La parafernalia montada alrededor del supuesto golpe de Estado ha quedado al desnudo ante las evidencias jurídicas que han presentado los distintos organismos constitucionales sobre la actuación del Consejo Nacional Electoral, que investiga si se violaron los topes en la pasada campaña presidencial. Han aclarado que al CNE le compete adelantar estas acciones de carácter administrativo y que, sea cual fuere el resultado, no afectarán el fuero presidencial que hoy ostenta Gustavo Petro.
Si el CNE demuestra que sí hubo violación a los topes de campaña, le corresponde a la Comisión de Acusaciones de la Cámara iniciar un proceso, tal como lo ha hecho en anteriores ocasiones con campañas presidenciales que lograron ganar las elecciones como las de Samper, Pastrana, Santos y Duque, cuyas direcciones afrontaron las sanciones del caso sin que el fuero presidencial fuese tocado. Ayer como hoy, los partidos políticos del presidente de turno detentan las mayorías en la Comisión de Acusaciones.
¿Para qué el show mediático?
Si esto es así, ¿por qué el presidente persiste en el show mediático sobre el golpe de Estado? Cada día que pasa, el presidente Petro casa nuevas peleas y golpes imaginarios, con lo cual trata de ocultar que es un fracaso su gobierno, no tanto por las promesas incumplidas sino por la continuidad de las políticas, las mismas que desde hace más de treinta años han conducido a Colombia a mantenerse en el atraso y la miseria de la mano de los organismos internacionales.
Petro ha copiado las recomendaciones del FMI y de la OCDE y ha recibido el visto bueno de su gran aliado, Joe Biden.
Reformas fondomonetaristas
Para muestra tenemos las reformas tributaria y pensional ya aprobadas, la reforma laboral, la de salud, la política, la de la justicia, la electoral y la educativa, junto con las políticas de tierra y ambiente, la paz total y el resto de ocurrencias demagógicas, más las que se le ocurran en los escasos dos años que le faltan.
Por ningún lado se asoman en la agenda del gobierno del “cambio” políticas o medidas económicas que apunten a sacar al país del desastre económico y social al cual nos llevaron los gobiernos de Gaviria, Samper, Pastrana, Uribe, Santos y Duque.
Lo que es muy evidente es el cumplimiento de la regla fiscal y el marco fiscal de mediano plazo, la restricción de las inversiones del Estado y el recorte del presupuesto en las áreas claves para la reactivación económica, Insiste igualmente en dejar a la deriva a las micro, pequeñas y medianas empresas y en abandonar a su desgracia la producción agropecuaria, a las que no les brindan políticas de protección frente a la competencia desleal de las importaciones que las llevan a la ruina y la quiebra, con el consecuente golpe al empleo y al tejido empresarial.
El objetivo, ocultar el fracaso
Lo que queda claro es que con la cantaleta del “golpe de Estado”, Petro pretende evadir su responsabilidad por el estancamiento de la economía, el deterioro de la situación laboral de empleo e informalidad, el recrudecimiento de la violencia, la inseguridad en ciudades y territorios, la aberrante corrupción campante en la dirección del Estado, el incremento de los asesinatos de líderes sociales, la incertidumbre y el deterioro en la industria de los hidrocarburos, el bajonazo en el recaudo tributario y el evidente fracaso de las negociaciones de paz con los grupos insurgentes y las bandas del narcotráfico.
Por el otro lado, Petro pone hoy como punto principal dar continuidad a su proyecto político en las elecciones del 2026. Cada movida que haga estará enmarcada en cómo garantizarle a alguno de sus alfiles ganar la presidencia. Por ahora ha levantado la consigna de “no me dejan gobernar”, “me quieren tumbar”, “me van a asesinar”, “intentan darme golpe blando o duro”, en fin, volver a montar el escenario que le permita engañar a los electores.
Colombia necesita para el 2026 plantear una política clara en materia de soberanía económica y desarrollo social, con la presencia del Estado en campos y ciudades garantizando la seguridad y ejerciendo el monopolio de las armas, garantizar los derechos democráticos, combatir la corrupción sin miramientos y aplicar una estrategia encaminada a desarrollar las fuerzas productivas con capacidad de aportar riqueza para la nación y sus pobladores.
Aprendamos de las desgracias del pasado y del presente.