Toma de Damasco redefine el futuro de Siria

Dic 10, 2024Pasa en el mundo

Arquitecto y Magister en historia y teoría de la arquitectura.
El Oriente Medio sufre otro golpe devastador: el derrocamiento de Bashar Al-Asad, presidente de Siria, y la toma de Damasco. Este conflicto, alimentado por intereses de Israel, Estados Unidos y la OTAN, deja al descubierto complejas estrategias geopolíticas que podrían redibujar la región. Hoy asistimos a otro acontecimiento de guerra que afecta al Oriente Medio […]

El Oriente Medio sufre otro golpe devastador: el derrocamiento de Bashar Al-Asad, presidente de Siria, y la toma de Damasco. Este conflicto, alimentado por intereses de Israel, Estados Unidos y la OTAN, deja al descubierto complejas estrategias geopolíticas que podrían redibujar la región.

Hoy asistimos a otro acontecimiento de guerra que afecta al Oriente Medio en particular, y al mundo en general, que proviene del derrocamiento del presidente de Siria, Bashar Al-Asad, y la toma de su capital Damasco. Todo indica que detrás de él están Israel, los Estados Unidos y la OTAN. ¿Por qué?

  1. Porque Siria, debilitada por una guerra prolongada desde 2011 hasta 2018, ya no puede hacer frente a los que en Occidente llaman “rebeldes”. Estos son en realidad facciones yihadistas y terroristas agrupadas bajo la sigla HTS (Hayat Tahrir al-Sham), que antes eran Al Qaeda y Estado Islámico (ISIS), financiadas por Arabia Saudita y Qatar, monarquías aliadas de Israel y EE.UU, y particularmente armadas y entrenadas por la CIA y su operación secreta Timber Sycamore (ver Wikipedia). Su objetivo, derrocar la República Árabe Siria, el gobierno más laico y tolerante religioso de la región, para imponer otro afín a los intereses geoestratégicos de Washington, la OTAN y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, pero enmascarado bajo el eufemismo de “primavera árabe”. Después de 5 años de guerra, en 2016, a pedido del gobierno de Damasco, Rusia entró y derrotó a esos grupos yihadistas. Pero siguieron refugiados en la provincia de Idlib, al noroeste de Siria, protegidos por los gringos que continúan allí robando el petróleo sirio y tomando sus recursos naturales y agrícolas (Coronel norteamericano Richard H. Black).
  2. No solo el gobierno sirio estaba debilitado, sino que sus aliados, Rusia e Irán, están enfrentando las guerras que la OTAN en Ucrania e Israel están llevando a cabo para defender los intereses hegemónicos del Pentágono en el mundo. Igualmente, el grupo Hezbolá en el Líbano, también debilitado en su guerra con Israel, ya no puede entrar a combatir en dos frentes: el israelí y el sirio.
  3. Por eso se entiende el “alto al fuego” propuesto por el también disminuido Netanyahu, entre Israel y Hezbolá, porque al otro día de su promulgación ocurrió la toma de los yihadistas de la segunda ciudad de Siria, Alepo, y esto con el apoyo de Turquía, miembro de la OTAN. Hay que explicar que el objetivo territorial de Israel es Eretz Israel (el Gran Israel), que según la Biblia abarca desde el río Nilo, en el sur oeste, hasta el río Éufrates, en el noreste, y Siria está dentro de ese territorio pretendido por los sionistas.
  4. De hecho, hoy con la noticia del derrocamiento de Asad, el ejército israelí ha tomado el control de la parte siria del Monte Hermón ante la retirada de las tropas de Asad. Es la primera vez que el Ejército de Israel accede a esta posición, de gran valor estratégico como puesto de observación, desde la guerra del Yom Kipur, en 1973 (SWI swissinfo.ch). Esta región hace parte de la zona desmilitarizada entre Siria e Israel, controlada por la ONU, en región limítrofe con los Altos del Golán (Siria) ocupados por Israel desde 1967. Es una violación del “alto al fuego”, que involucra directamente a la ONU.

Estas son las razones geopolíticas que pueden aproximarse a explicar ese derrocamiento del gobierno sirio, porque hoy en el mundo todo está conectado. Y no es casualidad que todo esto, más otros frentes geoestratégicos para Estados Unidos, estén siendo acelerados antes de que asuma el nuevo gobierno en la Casa Blanca, dentro de un mes largo. Porque con Donald Trump no se sabe qué pueda pasar, dado que ganó las elecciones en parte prometiendo acabar con las guerras, es decir contra la política de Biden en el mundo, aunque pueda estar también esperando impaciente a que esas guerras terminen, no por medio de un alto al fuego o una paz negociada, sino por esta escalada apresurada y devastadora antes de que él asuma su mandato, lo que le ahorraría cumplir ese compromiso con la promesa que hizo; o, lo más probable, le serviría ese escalamiento sin límites que impulsa Washington, beneficioso para su complejo industrial militar, para dejarle un camino imposible de trancar, lo que sería su justificación perfecta. El panorama, por tanto, incluso con Trump, es de guerra global.

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