El costo de las elecciones en los Estados Unidos: ríos de dólares que compromete la integridad del sistema político.

Dic 12, 2024Pasa en el mundo

Corresponsal +57 Conexión Colombia, La Florida, Estados Unidos
La financiación de las campañas políticas en las elecciones en los Estados Unidos plantea interrogantes sobre la influencia económica en la política norteamericana y sus implicaciones para la democracia.

La financiación de las campañas políticas en las elecciones en los Estados Unidos plantea interrogantes sobre la influencia económica en la política norteamericana y sus implicaciones para la democracia

Un día antes de las elecciones en los Estados Unidos, la revista Forbes publicó un artículo titulado “Los miles de millones detrás de la campaña presidencial 2024” (The Billions Behind The 2024 Presidential Election, título original en inglés)

En la introducción se lee: “Un millonario y un multimillonario se enfrentan en unas elecciones polarizantes que confrontan a las personas más ricas de los Estados Unidos” (traducción de google.com). Dicho artículo pone en evidencia un tema que, con frecuencia, pasa desapercibido: el flujo de dinero que sustenta el proceso electoral en Estados Unidos. Desde pequeños aportes individuales hasta cuantiosas donaciones de poderosos multimillonarios, pasando por contribuciones de grandes corporaciones, grupos multinacionales y organizaciones dedicadas a recaudar fondos para promover a sus candidatos preferidos o desprestigiar a sus oponentes, los recursos económicos desempeñan un papel decisivo en la configuración del panorama político.

La recaudación de fondos para financiar una campaña en las elecciones en los Estados Unidos es una tarea tan exigente que, en su búsqueda por lograr la reelección a la Cámara de Representantes, Alexandria Ocasio-Cortez se quejó de que dedicaba más de la mitad de su tiempo a actividades de recaudación, descuidando sus responsabilidades legislativas. Este es el panorama que enfrentan los representantes a la Cámara, quienes deben someterse a este proceso cada dos años. Es así que miles de millones de dólares circulan de una campaña a otra, generando una cascada de compromisos y responsabilidades, no solo para quienes logran ser electos, sino también para quienes no alcanzan el poder. Este fenómeno plantea interrogantes sobre la influencia económica en la política y sus implicaciones para la democracia.

Según el mismo artículo de Forbes, el ciclo electoral de 2024 tuvo un costo estimado de 15,9 mil millones de dólares, convirtiéndose en el más caro en la historia de Estados Unidos. Esta cifra supera los 15,1 mil millones de dólares de la campaña de 2020 y hace que los 6,5 mil millones de dólares del ciclo de 2016 parezcan insignificantes en comparación. En cuanto a la campaña presidencial, se calcula que alcanzó un costo total de 2,7 mil millones de dólares, de los cuales la candidata Kamala Harris acumuló 1,6 mil millones, mientras que el expresidente Donald Trump recaudó 1,1 mil millones. El monto señalado por la revista también incluye las inversiones realizadas en las campañas para el Senado y la Cámara de Representantes, subrayando el papel central del dinero en todo el proceso electoral de 2024.

¿Cómo funciona la recolección de fondos para las campañas políticas en las elecciones en los Estados Unidos?

La recaudación de fondos para las campañas políticas en las elecciones de Estados Unidos se realiza a través de dos mecanismos principales: las actividades de recaudación directa, que representan el 35% de los fondos, y los aportes de los Comités de Acción Política (Political Action Committees o PACs), que constituyen el 65%. Forbes también destaca a los donantes más influyentes de cada campaña. Entre los principales financiadores de Kamala Harris se encuentran Michael Bloomberg y Bill Gates, quienes aportaron 50 millones de dólares cada uno. También figuran Laurene Powell Jobs, Melinda French Gates y el magnate de los medios de comunicación George Soros.

Por su parte, la campaña de Donald Trump recibió el respaldo de grandes contribuyentes como Timothy Mellon, con una donación superior a los 100 millones de dólares, y Elon Musk, quien contribuyó con 120 millones de dólares. Estos nombres reflejan el impacto significativo de las grandes fortunas en la financiación de las campañas y en el desarrollo del proceso electoral.

Todo este esfuerzo tiene como objetivo influir en la percepción de favoritismo hacia los candidatos por parte del electorado. Para medir dicho favoritismo, se emplean dos mecanismos principales. El primero, y más relevante, es el saldo en la cuenta bancaria de la campaña del candidato: cuanto mayor sea el balance disponible, mayores se consideran sus probabilidades de éxito. El segundo mecanismo consiste en los resultados de las encuestas realizadas por los principales medios de comunicación, especialmente aquellos que forman parte del National Election Pool (NEP), un consorcio de medios influyentes que, además de realizar sondeos, se encarga de registrar y consolidar los resultados electorales el día de las elecciones

Estos dos indicadores, el monto recaudado por cada campaña y los resultados de las encuestas, suelen publicarse acompañados de un torrente publicitario. Esto genera el conocido efecto rebaño, que lleva a muchos votantes a inclinarse por el candidato que lidera en las proyecciones. Sin embargo, es importante señalar que existen excepciones significativas que rompen esta tendencia.

Las organizaciones que administran los fondos de las campañas.

Las actividades de recaudación de fondos de las campañas en las elecciones en los Estados Unidos comprenden los recursos que los Comités de Acción Política (Political Action Committees o PACs) del candidato obtienen de tres fuentes principales: las donaciones de ciudadanos (que pueden comenzar desde tan solo 5 dólares), los aportes que la dirección del partido destina a la campaña y los recursos propios del candidato.Los PACs son organizaciones dedicadas a recolectar e invertir dinero con el fin de apoyar a un candidato. Pueden surgir por iniciativa de grupos empresariales, sindicatos o incluso de una única empresa. Los PACs tradicionales o regulares están supervisados por el Federal Election Committee (FEC), que establece límites tanto para las donaciones recibidas como para las inversiones realizadas. Según el FEC, estos PACs pueden invertir hasta 5.000 dólares por candidato en cada elección, aportar hasta 5.000 dólares al año a otro PAC y contribuir hasta 15.000 dólares a los comités nacionales de un partido político. Los fondos recaudados tanto a través de actividades financieras como de los PACs son los que se consideran para generar los datos oficiales relacionados con el financiamiento electoral.

Por otro lado, los super PACs, o comités independientes exclusivamente de gastos, tienen la capacidad de invertir libremente en iniciativas electorales para promover a un candidato en particular, aunque no pueden financiar directamente a los candidatos. A diferencia de los PACs tradicionales, los super PACs no están sujetos a límites en las donaciones, lo que permite tanto a individuos como a grandes corporaciones aportar cantidades ilimitadas de dinero. Esta flexibilidad los convierte en actores clave y decisivos de las campañas en las elecciones en los Estados Unidos.

Los super PACs son, además, los principales responsables de las campañas publicitarias negativas, diseñadas para desprestigiar a los candidatos adversarios. Por ejemplo, los super PACs del Partido Demócrata invirtieron 618 millones de dólares en atacar al candidato republicano, mientras que los super PACs del Partido Republicano gastaron 227 millones de dólares en desprestigiar a Kamala Harris.

De acuerdo con un análisis de USAFacts sobre el papel de los super PACs en las elecciones estadounidenses, en 2022 los PACs tradicionales invirtieron un total de 4.311 millones de dólares, mientras que los super PACs destinaron 3.200 millones de dólares. Además, los llamados PACs híbridos, una combinación de ambos modelos, alcanzaron una inversión de 6.772 millones de dólares. Estos números reflejan el impacto masivo que estas organizaciones tienen en el proceso electoral y en la estrategia política.

Cifras escandalosas para curules al Senado en los Estados más competitivos.

El portal noticioso USNEWS.COM elaboró varios análisis con resultados de las campañas en los estados más críticos, tanto a la Presidencia como al Senado, destacando cómo los candidatos y sus aliados han gastado miles de millones de dólares, más específicamente, la campaña de Kamala Harris invirtió 105 millones de dólares en los Estados más competidos, mientras que la inversión de la campaña de Donald Trump fue de 108 millones de dólares, una de las pocas veces en las que Trump invierte más que Harris

. En la siguiente tabla, USNEWS reporta las inversiones hechas por las campañas de Harris y de Trump en los Estados más competidos:

La cantidad de dólares que se están invirtiendo para lograr el favor de los votantes para una silla en el Senado deja mucho para pensar sobre el costo de la “democracia” en el país “más democrático del planeta”. Basta mencionar el caso más escandaloso que se sucedió en el Estado de Ohio donde el senador que defendía la curul invirtió 88 millones de dólares contra los 24 millones de dólares con los que ganó el contendor colombo-americano Bernie Moreno. La siguiente tabla nos muestra la inversión realizada por los candidatos en los 9 estados donde las campañas fueron más competidas, en estos 9 estados, los candidatos invirtieron un total combinado de 788 millones de dólares: 554 millones de dólares los Demócratas y 234 millones de dólares los Republicanos.

En conclusión, conocidos los resultados de las elecciones, abundan los análisis que intentan explicar las fortalezas de los ganadores, las debilidades de los perdedores y el papel del electorado en los resultados obtenidos. Sin embargo, es evidente que la forma en que se financian las campañas de las elecciones en los Estados Unidos —con costos exorbitantes tanto en el ámbito ejecutivo como legislativo— limita la participación política de otras expresiones populares. Esto ocurre especialmente si dichas expresiones no se subordinan al control casi dictatorial ejercido por las dirigencias del duopolio Demócrata-Republicano.

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