El 18 de octubre, en más de 2.700 ciudades de Estados Unidos, más de siete millones de norteamericanos marcharon por las calles, de manera pacífica y civilizada, protestando contra las políticas antipopulares del presidente Trump. Las marchas se unificaron bajo la consigna “No Kings Day” (Dia sin Reyes) y transcurrieron sin actos de violencia. Un cúmulo de razones causan indignación y motivan a las gentes a salir a las calles y mostrar su descontento.
¿Por qué protestan los norteamericanos?
Lo que se está viviendo en Estados Unidos es un proceso de acción-reacción.
La acción, a la ofensiva, fue tomada por el movimiento MAGA (Make America Great Again), liderado por Trump desde el poder ejecutivo y por sus alfiles en el Congreso y la Corte Suprema de Justicia. MAGA sigue la línea del “Manifiesto por el liderazgo”, lease Proyecto 2025, guía ideológica ultraconservadora que tiene como metas fundamentales restaurar las buenas costumbres, la religión y especialmente la total centralización del poder en el presidente.
El Proyecto 2025 pretende reforzar la dominancia de los blancos anglosajones protestantes (WASP por sus siglas en Inglés) y combatir las ideas liberales, a las cuales macartizan como “extrema izquierda”. Considera una aberración la libertad de los individuos para decidir su orientación sexual, impone en la educación pública el confesionalismo cristiano y minimiza o elimina los programas de salud para los pobres como el MEDICAID y otros programas asistenciales o que promueven la equidad, la diversidad y la inclusión social.
En la resistencia se encuentran los sectores sociales que están siendo blanco de estas medidas, en especial, los inmigrantes y las organizaciones que los protegen, los defensores del medio ambiente y economistas, intelectuales y abogados para quienes los inmigrantes son parte integral de la economía norteamericana y que abogan por la defensa de la libertad de expresión, por la libertad de culto y los derechos de la comunidad LGTBQ+. Son sectores que defienden los derechos humanos, rechazan la brutalidad oficial, defienden el Estado de derecho y se oponen al autoritarismo y a las arbitrariedades de las agencias gubernamentales.
Los ciudadanos de Estados Unidos reprueban las deportaciones, caracterizadas por retenciones arbitrarias, brutalidad contra los indocumentados y sus familias y violacion de los derechos humanos. Es notorio el claro perfil racial que se amplía a inmigrantes con estatus temporal, o en proceso de asilo, o refugiados con residencia permanente. Han sido enviados a sus países de origen, en algunos casos, incluso ciudadanos naturalizados.
La presencia de personal enmascarado, sin identificación y en carros sin placas ha provocado el rechazo cada vez más grande de la ciudadanía hasta el punto de que bloquean los operativos, enfrentan a los agentes de ICE y protegen a los posibles objetivos.
La militarización de la política
Es la primera vez en la historia de Estados Unidos que un presidente usa a la Guardia Nacional como arma para ejecutar políticas de gobierno. Se saca de la manga la preocupación por la inseguridad de ciudades con votación mayoritaria por el Partido Demócrata y que son amigables con los inmigrantes para enviar a cientos de elementos de la Guardia Nacional o al ejército nacional y atemorizar a los habitantes.
En Washington DC, la capital, en Portland, capital del estado de Oregon, en Chicago, capital del estado de Illinois, se han enfrentado los agentes de ICE y de la Guardia Nacional con ciudadanos del común en cantidades que aumentan con el correr de los días. El presidente Trump calificó a los alcaldes y gobernadores como incompetentes. Estos a su vez demandaron ante la justicia la violacion de la Constitución por parte del ejecutivo y ordenaron a las policías municipales y estatales no reprimir a los manifestantes.
Los ánimos están tan caldeados que el alcalde de Chicago convocó a preparar un Paro Nacional contra la brutalidad del gobierno. Desde la otra orilla, algunos miembros del Partido Republicano, como el presidente de la cámara, han calificado las marchas y protestas como manifestaciones de odio contra el país.
El recorte a los programas asistenciales causa indignación
Una de las razones que empujaron a miles de ciudadanos a marchar el No Kings Day, es el recorte de los programas de asistencia a los más necesitados, especialmente el recorte al presupuesto que financia la prestación de los servicios de salud. El programa MEDICAID distribuye dinero federal a los estados y a las ciudades para que se financien los servicios de salud que se le prestan a personas de bajos ingresos.
Los estados no tienen la misma capacidad de cobertura y sin la ayuda federal millones de habitantes no podrán recibir esos servicios o recibirán altísimas cuentas de cobro imposibles de pagar. Los estudios muestran que en los cinco Estados péndulo, también llamados bisagra, donde ganó el presidente Trump, los costos de los servicios de salud se incrementarán en más de 300%. Curiosamente, los Estados de mayoría demócrata tienen mejor condición económica y podrán amortizar el recorte programado.
Otro programa que será desfinanciado y que afecta a los sectores más necesitados es el programa de asistencia para alimentos llamados cupones o estampillas. Se impondrán mayores condiciones para acceder a ellos, lo que dejará a más de tres millones de personas por fuera del beneficio. Se recortó además la ayuda federal a programas de salud mental y a personas con HIV/SIDA. Las escuelas que mantengan la política de equidad, igualdad e inclusión no recibirán fondos federales.
Quienes salieron a las calles
Las marchas del No Kings Day fueron multitudinarias, ruidosas y hablan por sí solas. Las ciudades militarizadas sacaron más gente que en la jornada de junio. En Chicago, Portland, Los Angeles, Washington, Boston y New York miles expresaron el rechazo a las imposiciones del jefe del ejecutivo. Coloridos carteles expresaron molestia e indignación. Ciudades en Estados que votaron por Donald Trump salieron masivamente a marchar. Estados como Florida, Texas, Georgia confirmaron que, aun entre partidarios del Partido Republicano, hay inconformidad con el gobierno del presidente Trump. En junio salieron a la calle unos dos millones de personas, mientras que el 18 de octubre lo hicieron más de siete millones, un claro sentimiento de descontento con el actual clima político.
Las marchas hablaron y enviaron mensajes contundentes:
¡Nuestra democracia está siendo amenazada!
¡No nos van a silenciar!
¡Esto no es sobre la gente en el poder sino sobre el poder de la gente!









