En la ciencia de la Física, “los polos opuestos de los imanes –norte y sur– se atraen entre sí, mientras que los polos iguales se repelen. Esto también se aplica a las cargas eléctricas opuestas, que se atraen, y a las de igual signo, que se repelen, según la Ley de Coulomb” (Wikipedia). Una visión general de Inteligencia Artificial arrojó que “Los extremos se juntan, es una frase que significa que dos ideas, actitudes o situaciones opuestas pueden parecerse más de lo que se esperaría, especialmente en sus efectos o en su naturaleza fundamental. Se usa comúnmente para describir cómo las ideologías políticas de extrema izquierda y extrema derecha, a pesar de sus diferencias superficiales, pueden converger en métodos… una idea a la que también se refieren con la teoría de la herradura… que afirma que esos extremos políticos, izquierda y derecha, son más similares entre sí, que con el centro”.
La anterior es la razón por lo cual la estrategia política de la derecha colombiana, representada por el expresidente Uribe y la supuesta izquierda, “jalonada” por el presidente Petro, es borrar el espectro del centro político, especialmente a sus más importantes figuras, Sergio Fajardo y Jorge Robledo, para poder antagonizar la política entre sus dos extremos y aplicar el genial dicho coloquial: “quítate tú, pa’ ponerme yo”, y así, “que todo cambie para que todo siga igual”, como en la novela El gatopardo del escritor italiano Giuseppe Tomasi di Lampedusa.
Las evidencias de que, incluso así no haya acuerdos entre ellos, “están de acuerdo” en casi todo, se encuentran por montones. ¿Qué los junta? Casi todo, comenzando por las desproporcionadas y enfermizas ansias del Poder. Veamos: Se someten a todas las imposiciones que les llegan desde Wall Street, de donde emana el modelo económico neoliberal, de los cuales son impulsores y continuadores; las facilidades que otorgan a los capitales financieros transnacionales, con una onerosa deuda externa que supera los doscientos mil millones de dólares; garantías para tener márgenes financieros exorbitantes y tasas de interés confiscatoria; el impulso y continuación de los Tratados de Libre Comercio, con EEUU y UE, que arrasan la producción nacional –agropecuaria e industrial–, convirtiendo a Colombia en un país importador de productos y bienes esenciales y exportador de bagatelas, además de que precarizan el empleo, generando un desempleo estructural que deja un país de gente empobrecida y con un verdadero ejército de personas en el rebusque.
También se juntan en la corrupción ejercida por sus principales figuras, con altísimos costos para la sociedad; en la perpetuación de la violencia con miles de líderes sociales asesinados, cientos de masacres y grupos armados al margen de la ley que pululan en los centros urbanos; comparten sus cuadros directivos (no de otra forma llegaron los Gavirias, los Roys, los Benedettis, etc. a ser altos funcionarios y hasta dirigentes petristas); se juntan en sus devaneos dictatoriales expresados en ambos casos en procesos ciudadanos disfrazados de democráticos: Así como Uribe tuvo sus reformas constitucionales que le permitieron reelegirse y lo quiso a perpetuidad, el presidente Petro se desvela por su propia Constituyente con idénticas aspiraciones, aunque lo niegue en público. Para sus torvos propósitos ya están juntos, como en el 2022, en su estrategia principal: ¡Acabar el Centro!
Léase bien al profesor Sergio Fajardo y a su copartidario Jorge Robledo: “¡colombianos, todo extremo es malo!”.






