La verdad sobre la guerra de Ucrania: La narrativa de Occidente vs la realidad comprobada

Abr 2, 2025Pasa en el mundo

Arquitecto y Magister en historia y teoría de la arquitectura.
La narrativa de Occidente justifica una guerra que busca sostener la hegemonía de EE. UU. a costa de Europa, Ucrania y el equilibrio global.

La narrativa de Occidente sobre la guerra en Ucrania oculta provocaciones y una estrategia planificada por EE. UU. para mantener su hegemonía y aislar a Rusia. Documentos, cumbres y alianzas demuestran que esta guerra no fue espontánea, sino parte de un diseño geopolítico.

El guion mediático de Occidente sobre la guerra en Ucrania

La opinión pública del Occidente colectivo, área de influencia norteamericana, está totalmente desinformada sobre lo que sucede en temas geopolíticos. Una narrativa cargada de propaganda ha hecho creer durante tres años que la invasión de Rusia en Ucrania no fue provocada, que fue un acto imperialista de Putin, que fue el comienzo de la agresión contra Europa, y en consecuencia, que el Viejo  Continente debe rearmarse. Es la insidiosa retórica que induce al miedo para conseguir el apoyo ciudadano a la guerra.

La narrativa esconde que la guerra no comenzó hace tres años con la invasión de Rusia a Ucrania, porque fue trazada por lo menos desde hace treinta por Occidente, desde que cayó la Unión Soviética, se disolvió el Pacto de Varsovia y la OTAN pasó de ser un bloque militar defensivo a expandirse hacia el este de Europa para cercar a Rusia.

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La OTAN como punta de lanza del cerco a Rusia

Lo que se había diseñado era un casus belli, un acto de guerra, premeditado y financiado por Estados Unidos y secundado por la Unión Europea, cuyo fin geopolítico era mantener la hegemonía económica y militar de la potencia norteamericana. El objetivo era separar a Rusia de Europa, y concretamente a Rusia de Alemania, aislarla y debilitarla. También se dijo “desintegrarla”, como a Yugoslavia. 

Para eso, en la cumbre de la OTAN (Bucarest, 2008) se propuso que Ucrania y Georgia, dos países limítrofes con Rusia, entraran en esa Alianza militar con el fin de poner misiles en la frontera de Rusia. Y en 2019 se dejó claro cuál era el objetivo: “Estresar y desequilibrar a Rusia”, título del informe que presentó ese año la RAND Corporation, organización creada después de la II Guerra Mundial, en la que actúan los think tank o “tanques de pensamiento” norteamericanos. 

Ucrania como peón de una guerra ajena 

La guerra desencadenada es un enfrentamiento velado entre Estados Unidos y Rusia, en el que se utilizó a Ucrania como país sustituto y a sus habitantes como carne de cañón, en el que el bloque militar de la OTAN, comandado y financiado en un 75% por el Pentágono, empleó todos sus recursos bélicos, logísticos y de telecomunicaciones. Y el relato operó convenientemente para ambientar el escenario de la guerra: Rusia era el enemigo al que había que derrotar, prolongando a punta de propaganda los criterios de la Guerra Fría, que ya había terminado. 

El bloque BRICS y el viraje hacia un mundo multipolar 

La narrativa también esconde que ante la hegemonía norteamericana y la unilateralidad de las reglas impuestas, el mundo se encamina hacia un orden multipolar. Avanzan los países emergentes, entre los que se destacan los que le dan origen a la cooperación económica pero no militar de los países llamados BRICS, acrónimo de Brasil, Rusia, China, India y Sudáfrica, que se ha identificado como el Sur Global y que tiende a la desdolarización de la moneda global.Y a crecer. 36 países se reunieron en la cumbre de los BRICS en la ciudad rusa de Kazán en 2024. 

Europa paga los platos rotos de la guerra ajena 

A lo que hoy se enfrenta el mundo es a que la OTAN, léase Estados Unidos, ha perdido la guerra. No ha logrado “estresar y desequilibrar a Rusia” a pesar de las provocaciones belicistas y las 29.000 sanciones impuestas. Por el contrario, el conflicto ha debilitado a Europa al perder el recurso energético ruso. No le valió a la cúpula europea su posición sumisa a Washington, que ahora la ha abandonado, y está desesperada por continuar la guerra, a costa de destruir el Estado de bienestar.

Trump, el caos y el nuevo juego del poder en EE. UU. 

Es en este escenario en el que aparece Donald Trump, a quien le ha tocado reconocer la derrota en la guerra causada por el “imbécil” Biden, como llama a su antecesor, y también aceptar que hay un mundo multipolar. Por tanto, para “hacer de nuevo a América grande” (“Make America Great Again”), intenta cambiar de estrategia en los ámbitos militar y comercial imponiendo aranceles por doquier y causando la incertidumbre y el caos en Wall Street, centro del poder financiero.

Por las presiones del Complejo Militar Industrial en contra del cambio de estrategia, Trump se las ingenia para que sean los europeos quienes financien la guerra y, de paso. le compren las armas a EE. UU. Pretende además redireccionarla hacia Irán y China. Y mientras tanto, intenta con la paz negociada sacar tajada apoderándose de las tierras raras y otros recursos de Ucrania. 

Trump refleja el desespero de Washington por mantener a toda costa la hegemonía global amenazada. En la intentona, la falsa narrativa de Occidente es un instrumento mediático clave.

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