El 83% de la energía mundial proviene de carbón, gas y crudo y la disminución de esa participación de combustibles de origen fósil, sólo empezará a partir de 2030 según la Agencia Internacional de Energía IEA. En Colombia la canasta energética depende de petróleo y gas en 65%, hidráulica 13%, carbón 9% y 13% de otras fuentes como la eólica, solar, biomasa y leña, composición que es imposible cambiar abruptamente.
El gas natural y el propano GLP (Gas Licuado del Petróleo) cubren la demanda calorífica de más de 11 millones de hogares, el país es autosuficiente en ACPM, combustible de aviación, combustóleo y puede serlo en gasolinas, lo que vuelve prioritarios encontrar y desarrollar nuevos yacimientos de crudo y gas. Hay 1.8 millones de hogares que usan leña y reemplazarla por gas domiciliario o GLP ayuda a contener la deforestación y a contaminar menos porque el gas produce 25% menos de CO2 y menos óxidos de nitrógeno que el carbón y el petróleo. Luego es demencial detener o demorar los trabajos de explotación de los promisorios campos gasíferos descubiertos en la Costa Caribe, como muy bien lo explicó el expresidente de Ecopetrol Felipe Bayón en Caracol.
Las declaraciones de Gustavo Petro ordenándole al presidente de Ecopetrol Ricardo Roa, que la política de su gobierno es cero carbón, cero petróleo y cero gas, son lapidarias para el autoabastecimiento y la seguridad energética. Ricardo Roa había anunciado recientemente el compromiso de desarrollar los yacimientos descubiertos en el mar Caribe, para lo cual se requiere gestión empresarial y recursos, de lo contrario la producción se retarda y las implicaciones en la economía y el bienestar de la población serán desastrosas.
Además, siendo que el carbón, la electricidad y el petróleo representan el 45% de las exportaciones del país y que Ecopetrol le aporta al fisco más de 50 billones de pesos en impuestos, regalías y utilidades; en la medida que no reemplacemos las reservas no tendremos exportaciones ni regalías, y sufriremos el impacto negativo del valor de las importaciones de petróleo y gas en el fisco y en el bolsillo de los colombianos.
La transición energética que plantea el gobierno de Gustavo Petro es demencial y dañina, y es muy grave que por afinidad ideológica o por intereses burocráticos, una parte del sindicalismo, las organizaciones sociales, la academia y los partidos que se reclaman alternativos, no levanten la voz contra estos desaciertos. Para nada riñe con la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero y la instalación de plantas de generación eléctrica solares y eólicas, con reponer y aumentar las reservas de gas natural, gas que está calificado como una fuente de energía limpia por todas las autoridades ambientales del mundo.