El presidente de Colombia, Gustavo Petro, como congresista fue un buen agitador. Es posible que no se estuviera de acuerdo con sus tesis, pero su verborrea entretenía a la galería. Petro se “movió” en el ambiente parlamentario; por eso, como Primer Mandatario, sabe tranzar a un Congreso de la República en donde su bancada del Pacto Histórico es minoritaria.
No es gratuito que, por “negociar” con parlamentarios, sus exfuncionarios Olmedo López, Sneyder Pinilla, Sandra Ortiz, María Alejandra Benavides, Luis Fernando Velasco, Ricardo Bonilla y los congresistas Iván Name y Andrés Calle –expresidentes del Senado y la Cámara del período anterior– estén enfrentando la justicia, investigados por compra de votos para aprobar sus proyectos de Ley. López, Pinilla y Ortiz ya están presos por delitos conexos a la corrupción con el Congreso, lo que evidencia la mediocridad de muchos integrantes de esa Institución.
El 12 de este mes, en lo que el Gobierno Nacional llamó “Asamblea Popular de la Democracia Energética del Caribe”, en otro de sus discursos “veintejulieros”, Petro sentenció a la hoguera a los congresistas que no le copian su método: “Maldito el parlamentario que a través de las leyes destruye la prosperidad de su propio pueblo”, como una crítica a los que le hundieron su segunda Reforma Tributaria, que en su demagogia populista presentó como la salvación del pueblo, cuando en realidad su intención es seguir aumentando los precios de los combustibles con la mampara de ser un “impuesto verde al carbono”. Sobra decir que es para cumplir las exigencias del FMI y la OCDE.
Ahí quedan retratados, por un lado, su populismo demagógico y por otro, un quiebre en su relación en la cooptación burocrática y corrupta al Congreso de la República. El problema más grave de esta Institución Parlamentaria es su Mediocridad, que deriva en una corrupción arraigada en la mayoría de los integrantes de esa célula.
Las reacciones a este episodio pueden llenar páginas de un buen libro, pero llama la atención la del Partido Liberal, aliado permanente de Petro: “El Partido Liberal rechaza que el presidente Gustavo Petro llame “malditos” a nuestros congresistas por haber votado en contra de su reforma tributaria disfrazada de ley de financiamiento, que pretende infligir más impuestos a los colombianos…
No trataremos de maldito al gobernante que por sus ideas deferentes y creencias pasajeras lleve a Colombia al retroceso, lo cuestionamos y lo derrotaremos en democracia… Colombia necesita equidad, igualdad y oportunidades para todos, no las maldiciones y la mezquindad por parte del presidente Petro”.
Es otro paisaje que los partidos tradicionales: Liberal, Conservador, La U, Cambio Radical e incluso algunos denominados alternativos, solo se mueven “engrasados” con cargos burocráticos y partidas presupuestales, en la más ramplona mediocridad y corrupción de la mayoría de sus integrantes.
¡Cómo no añorar páginas doradas del Congreso!, destacadas por dos figuras parlamentarias que descollaron en épocas diferentes: Jorge Eliecer Gaitán en los años 40 y Jorge Enrique Robledo Castillo, sin decir que puede haber otros cuantos, pero no muchos.
Robledo estuvo veinte años en el Senado, de los cuales, en los últimos diez años fue elegido consecutivamente como el mejor congresista.
Robledo se retiró en el período pasado del Congreso y escribió su obra: “Sin pelos en la lengua”, todo un tratado sobre la corrupción en Colombia.
El Congreso necesita elevar su nivel: ¡Robledo es un gran investigador, pero el pueblo lo necesita en el Senado!