Natalia Hernández

Natalia Hernández

Administradora Pública, Consejera de juventud en la localidad de Usme

La historia de Susanita es la historia de Colombia

Dic 27, 2024 | Puntos de vista

La historia de Susanita es una analogía de la historia de Colombia, precapitalista y neocolonial, sumergida en el atraso y el subdesarrollo. Una nación con padres que, en lugar de defender la soberanía y la autodeterminación, ceden los derechos de decisión a Estados Unidos.

La historia de Susanita es la historia de Colombia

Dic 27, 2024 | Puntos de vista

La historia de Susanita es una analogía de la historia de Colombia, precapitalista y neocolonial, sumergida en el atraso y el subdesarrollo. Una nación con padres que, en lugar de defender la soberanía y la autodeterminación, ceden los derechos de decisión a Estados Unidos.
Natalia Hernández

Natalia Hernández

Administradora Pública, Consejera de juventud en la localidad de Usme

Esta es la historia de Susanita, una hermosa niña que fue muy esperada por sus padres, Pancho y María, dos jóvenes que se independizaron sin poseer tierras, pertenencias ni ingresos, pero con la esperanza de que un bebé les llenaría sus días de alegría.
“Un pequeño nos representa un futuro prominente, traerá nuevas ideas y traerá juventud y prosperidad para nuestra familia”, decía Pancho, emocionado.

Dadas las condiciones sociales y el entorno que rodeaba a la familia, Pancho se convirtió en cortero de caña. Trabajaba grandes jornales y recibía pagos al destajo, sin un salario fijo, mientras que María conseguía unos pesos lavando la ropa de los vecinos y, durante el día, vendiendo dulces y alimentos en la calle. De este modo ambos unían fuerzas para salir adelante en la vida y atender a la niña.

Susanita iba a cumplir el primer año de edad y, como era de costumbre, Pancho y María buscaron bautizarla. Así que Simón, el jefe de Pancho, se convirtió en su padrino. Simón le prometió a Pancho que trataría a la pequeña como si fuera su hija y agradeció la confianza que habían puesto en él.

A pesar de que María no estuvo de acuerdo con esta decisión, confiaba en que era lo mejor para la pequeña. Después de todo, ser familia les garantizaría algunos beneficios.

El nuevo padrino cedió a los jóvenes esposos un pequeño rancho donde vivir, les compró ropa de segunda mano, pagó todos los gastos del bautizo y saldó las deudas personales de la pareja. Fue incluso tan generoso con ellos que hasta les regaló una parcela de tierra cerca de las plantaciones de caña para que sembraran legumbres, cítricos e incluso maíz, eso sí, bajo una pequeñísima petición, la de que si algún día el padrino los necesitaba, estuvieran prestos para darle su ayuda.

Pasaban los años y Pancho y María perdían injerencia en la vida de la ahora joven Susanita. Simón empezó a tomar las decisiones, le decía qué estudiar, cómo hablar, qué comprar, qué comer, incluso hasta a qué Dios orar. Atados de pies y manos, los padres solo podían expresar gratitud.

El futuro de la joven Susana, ahora con 17 años, se veía truncado por las decisiones de su padrino, sin que los padres pudieran hacer nada para defenderla. La relación de Pancho con Simón se había vuelto fraternal.

La adolescencia dio paso a que para Susanita llegara el tan esperado momento de ingresar a la universidad, espera opacada por Simón, quien le financió la carrera, eso sí, no sin antes imponer qué estudiar y a qué tendría que dedicarse. Además, Pancho y María estaban demasiado contentos y más cuando el generoso padrino les dijo: “Tranquilos, después cuadramos como pagar esa plática, lo importante es que Susanita logre estudiar”.

Todo parecía ir bien para Susana. Sin embargo, su vida dio un giro inesperado cuando, tiempo antes de graduarse, se enfermó. Simón la llevó a diferentes hospitales, donde fue diagnosticada con varias enfermedades degenerativas, como alzhéimer, trastornos de psicosis y enfermedad mitocondrial. Los diagnósticos se basaron en los diversos síntomas que presentaba: pérdida de memoria, desorientación, cambios en el comportamiento, debilidad muscular y deterioro de las funciones motoras

El tratamiento fue muy complicado. Susana recibía medicamentos antipsicóticos y antidepresivos. Pero cuando lograba medianamente recuperarse de un síntoma, el otro se manifestaba mucho más fuerte. Y así durante varios años.

Motivada por su preocupación y cariño de madre y a escondidas de Pancho y Simón, María la llevó durante un tiempo a un nuevo hospital, descubriendo con tristeza que los diagnósticos de Susana estuvieron siempre equivocados. Lo que ella tenía era una enfermedad poco común, difícil de detectar por la similitud de los síntomas con otras enfermedades.

María le contó a Pancho y este a su vez a Simón, quien de inmediato se impuso alegando que no se le cambiaría el tratamiento. Es para este momento donde el rostro del amable padrino comenzó a mostrarse: él siempre supo el diagnóstico real, porque en una de las consultas había llevado a Susana con un médico, quien la reveló su verdadera condición

Ante la negativa de María por continuar con el equivocado tratamiento, Simón empezó a cobrar todos sus favores y regalos del ayer. Les quitó una parte del rancho y arrendó la otra, decidía qué hacer con la comida sembrada, les embargó los ingresos, les exigió pagarle los semestres de la universidad y hasta les reclamó el pago total de los tratamientos médicos.

Endeudados, sin futuro y sin la prosperidad que pensaron traería Susanita al nacer, sin siquiera poder decidir dónde poner la cuchara en el plato, siguieron arrodillados y a expensas de Simón, mientras Susana agonizaba. A pesar de no estar de acuerdo con las imposiciones, le dieron la razón a Simón e hicieron de cuenta que el diagnóstico real no existía. Finalmente, Susanita murió.

La historia de Susanita es una analogía de la historia de Colombia: precapitalista y neocolonial, sumergida en el atraso y el subdesarrollo. Una nación con padres que, en lugar de defender la soberanía y la autodeterminación, ceden los derechos de decisión a Estados Unidos. Este, que alguna vez prometió prosperidad y prestó dinero para el desarrollo del país, terminó por estancarlo.

A través de imposiciones disfrazadas de condiciones, hoy se doblega al país ante los intereses estadounidenses por medio de instituciones como la OCDE, el FMI, el BM, la OTAN, el TIAR y muchas otras. De la misma manera que Simón decidió qué hacer con la comida de Doña María y Pancho en la tierrita regalada, ahora se le impone al país qué producir y qué dejar de cultivar, bajo la imposición del TLC con el país norteamericano.

Bajo una muestra de lacayismo, la atención al diagnóstico equivocado por parte de quienes dirigen, es cínica y obsoleta, con un cómplice silencio porque atacan la gripe como problema principal en lugar de atacar el cáncer que marchita el desarrollo y el avance científico de Colombia, mientras nuestras riquezas son saqueadas.

Agonizando está nuestra nación y puede que aún no sea tarde para aplicar el tratamiento adecuado. No se pudo rescatar el final de la historia de Susanita, pero sí podemos salvar el de nuestro país.

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