Bogotá, que en décadas pasadas se consolidó como un referente industrial, ha venido sufriendo desde las últimas décadas un proceso de desindustrialización que ha transformado su estructura económica. Una industria debilitada en su capacidad de creación de riqueza y de empleos bien remunerados afecta en la economía capitalina y nacional.
Industria Bogotá en camino a la ruina
Desde la década de 1990 la ciudad se resiente del efecto devastador de la “apertura económica” y la firma de los TLC. Este fenómeno se ha manifestado en el cierre de numerosas empresas y una disminución significativa de la participación del sector industrial en el Producto Interno Bruto (PIB) de la ciudad.
La industrialización en Colombia comenzó en la década de 1930, y tuvo en Bogotá -uno de sus principales epicentros. Sin embargo, a partir de los años 1970, la industria nacional empezó a perder dinamismo, tendencia que se acentuó en las décadas siguientes. Estudios señalan que la participación de la industria manufacturera en el PIB colombiano descendió de 26.9% en 1970 a 15.6% en 2001, reflejando una disminución de 11 puntos porcentuales en tres décadas.
Esta tendencia se evidenció con una reducción en la participación de la industria manufacturera en el PIB de la ciudad, pasando de 23.7% en la década de 1980 a 9.8% en años recientes. Este declive ha sido atribuido a diversos factores, tanto internos como externos.
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Las secuelas ruinosas de la “apertura económica” y los TLC
La “apertura económica” de los años 1990 y la posterior firma de múltiples TLC han redundado en el descaecimiento de la industria colombiana y, por ende, en la bogotana. Según el Banco de la República, la manufactura pasó de representar el 20% del PIB nacional en los años 90 a menos del 12% en la actualidad, evidenciando un declive estructural que también ha impactado a Bogotá, el principal centro industrial del país.
Según Cedetrabajo, en los primeros siete años del TLC con Estados Unidos, en Colombia desaparecieron aproximadamente 1.200.000 empleos en el sector industrial debido a la competencia con productos importados y la reubicación de empresas hacia otros países. Por añadidura, la reducción del empleo industrial ha afectado los encadenamientos productivos, debilitando sectores como el metalmecánico, textil y químico, los cuales dependían de la producción local. Según la Encuesta Anual Manufacturera (DANE, 2023), la participación de la industria manufacturera en el PIB de Bogotá se ha reducido significativamente en la última década. Con la entrada masiva de productos importados, muchas pequeñas y medianas empresas proveedoras cerraron sus puertas. En 2022, el sector textil perdió más de 15.000 empleos en la ciudad, mientras que el sector metalmecánico vio una reducción del 20% en el número de establecimientos activos. Este fenómeno ha profundizado la crisis del empleo manufacturero y limitado la generación de valor agregado en la economía bogotana.
Un panorama aleccionador: cierres de empresas y tránsito hacia una economía regresiva
En 2023, se reportó el cierre de 51,450 empresas en la ciudad, lo que representó un aumento del 8% respecto al año anterior. Este decaimiento de la industria bogotana tuvo el efecto de menoscabar la economía local, especialmente el comercio, alojamiento, servicios de comida e industrias manufactureras.
Llama la atención que mientras la industria manufacturera decrece, el sector servicios ha mostrado un crecimiento acelerado, en especial en áreas como los servicios financieros y, en particular, la modalidad conocida como BPO (Business Process Outsourcing) dedicada a la tercerización de procesos negociales, como banca, servicios financieros, telecomunicaciones, servicios públicos, salud. En 2023, este campo dio lugar a más de 752.600 empleos directos en Colombia, concentrando en Bogotá el 55,4% de los puestos de trabajo.
Aunque el crecimiento del sector servicios ha permitido la generación de nuevos empleos, estos no han logrado compensar completamente la calidad de los puestos industriales perdidos. Nuevos empleos, pero sin garantía de estabilidad y con baja remuneración.
Sin una estrategia clara de reindustrialización y modernización del aparato productivo, Bogotá se ha convertido en una economía dependiente de sectores con baja generación de valor agregado y empleo precario La conclusión es apremiante.
El proceso de desindustrialización en Bogotá es una realidad compleja que ha sido determinada por la política económica nacional, así como por dinámicas globales. La reducción de la participación industrial en la economía de la ciudad y el cierre de empresas son señales de alerta sobre la necesidad de replantear la política que ha reinado en la capital y en el país.
Es imperativo implementar cambios en las políticas que promuevan la modernización y competitividad de la industria local, fomenten la innovación y diversifiquen la base productiva para garantizar un crecimiento económico sostenible y equitativo en el futuro, buscando la creación de fuentes de trabajo para elevar las condiciones de vida de las personas. En torno a esta idea deben actuar los mandatarios de la ciudad.