El presidente Gustavo Petro anunció por decreto una consulta popular sobre salud y trabajo, pese al rechazo del Senado y la ruptura del orden constitucional. La propuesta, impulsada por su Gobierno desde las calles, busca encubrir el fracaso en la gestión pública y anticipar la campaña electoral de 2026, usando causas sociales como bandera política.
El presidente Gustavo Petro ante el desastre de su gobierno en todos los ámbitos de la vida nacional, se lanza a una nueva aventura, convocar por decreto una consulta popular sobre asuntos laborales y de salud, como reacción a la falta de mayorías en el congreso para aprobar sus reformas y la negativa del senado a convocar una consulta popular. Sabe que pasa por encima de la Constitución, pero va porque va, tal como lo expresó de manera desafiante el ministro del interior Armando Benedetti, poco les importan las reglas de juego democráticas y la separación de poderes. Saben que, si la solicitud de consulta popular fue negada por el Senado de la República, tienen el recurso legal de demandar ante el Consejo de Estado, debiendo esperar el fallo, pero no, el presidente Petro y sus escuderos han tomado la decisión de convocar la consulta por decreto y desde las calles agitar su contenido, es decir, comenzar la campaña electoral anticipada del 2026, la razón de fondo de su proceder.
La esencia de esta jugarreta política es levantar las banderas de derechos justos de la población, para animar un discurso que tape el desastre de más de tres años de mal gobierno. Los derechos de los trabajadores y el tema de la salud son excusas para engañar y poder sacar ventaja con una consulta impuesta que rompe el orden constitucional y será una campaña electoral anticipada.
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Su gobierno ha aplicado las políticas de los organismos internacionales en todos los órdenes, profundizando la crisis económica y social heredada de los malos gobiernos anteriores. No ha ejecutado ninguna política de Estado para impulsar el desarrollo productivo en los sectores de la industria, agropecuario, hidrocarburos, comercio, servicios y en general de la economía, de la creación de riqueza y nuevos puestos de trabajo que dinamicen el círculo virtuoso: producción, consumo, producción. Sin esto, todo lo que diga no dejará de ser demagogia y populismo barato, ante la necesidad de sacar al país del atraso económico y social que empeoraron los gobiernos de Gaviria, Samper, Pastrana, Uribe, Santos y Duque, todos al igual que hoy Petro, obedientes de las órdenes de la hegemonía de Estados Unidos.
Mientras tanto, no se dice nada sobre la situación de crisis fiscal, el desplome del recaudo por la caída de la economía, el descontrol del gasto público y la exorbitante corrupción, el deterioro del orden público por la inseguridad y la violencia. El gobierno quiere tapar la grave situación que vivimos, los puntos de la consulta poco le interesan a Petro y Benedetti, estamos ante un gobierno que es capaz de lo que sea, con tal de mantener el poder. La corrupción y el clientelismo son las conductas del círculo más cercano al presidente, la descomposición y la bajeza son la norma, la irresponsabilidad, la mentira, en una palabra, “el todo vale”, mientras se destruye al país y se condena a empresarios y trabajadores a la ruina y la informalidad. La consulta popular de Petro es un engaño y una farsa.